miércoles, 13 de noviembre de 2013

Tu ausencia

Debería estar loca de contenta, pero lo cierto es que tengo sentimientos encontrados. Una sensación agridulce, más dulce que agri, pero de esas que te hacen reflexionar y que si te descuidas, se vuelve más agri que dulce. Vayamos al grano. Hace unos días participé en un concurso de microrrelatos -voy a obviar toda referencia porque nadie me obligó a participar y "si no te gustaba, no hubieras participado, bonita"- y para mi grata sorpresa, he sido una de las seleccionadas. 


Un cielo azul plomizo cae sobre mí. Los rayos no brillan. Las nubes también lloran tu ausencia. Aquel pájaro que solía posarse en la ventana al amanecer hoy no está. A lo lejos, triste, solitario y llorón, el sauce no esconde su pena. Una densa cortina de niebla empapa sus ramas. Ramas que lloran. Lloran tu ausencia.

-Tu ausencia-

Sí, seleccionada. Ni ganadora ni finalista. Hasta ahí todo perfecto. Os podéis imaginar la ilusión que me hizo. Sin embargo, la ilusión se esfumó de un plumazo cuando profundicé en el asunto. Resulta que con todos los microrrelatos (ganador, finalistas y seleccionados) se va a editar un libro. Al ganador le corresponden tres ejemplares; uno, a los finalistas y ninguno, a los seleccionados. ¡Negocio redondo, señores! Nunca se me hubiera ocurrido una mejor forma de editar un libro, una antología en este caso, y garantizarte, al menos, la venta de miles de ejemplares (basta con que cada uno de los seleccionados nos hagamos con uno). Y pensaréis, pues de qué se queja esta tía, que ha juntado cinco líneas, las ha enviado por correo y encima, las verá publicadas en un libro. Pues de eso, de la facilidad para hacer negocio a costa de la ilusión de los demás. El tema me suena. Me recuerda, y mucho, a cuando los medios de comunicación recurren a los ciudadanos para ampliar su archivo fotográfico. El periodismo ciudadano está muy bien y es mucho más barato, ¿verdad?

Pero vamos, dicho esto, que estoy tan orgullosa de mis cinco líneas y de que hayan sido seleccionadas. Sin embargo, tras largas peleas con mi ego, he decidido no hacerme con uno de los ejemplares de dicha antología. Paso. Y de eso, también me siento orgullosa.

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