Les confíamos nuestros sueños convirtiéndolos en guardianes de nuestros recuerdos. Nos abrazamos a ellos, les susurramos, lloramos o reímos con la certeza de que callarán lo que saben. Incondicionales que abrigan. Reconfortan. Así son los cojines. Alegran cualquier rinconcito, también del alma. Me gustan. Sobre la cama, en el sofá o en una silla. Muchos, pocos, redondos, cuadrados, grandes, pequeños, con mensaje o sin él. Que no falten. Que estén.
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